Los cambios en la piel se relacionan con factores ambientales, constitución genética y alimentación, pero uno de los más importantes es la exposición al sol; las personas de tez clara experimentan mayores signos de envejecimiento, que las de piel oscura. La capa más externa de la piel se adelgaza, mientras las más interiores permanecen sin cambios, con el envejecimiento; la piel envejecida aparece más fina y pálida, y van apareciendo manchas debidas a la edad y manchas hepáticas, en zonas expuestas al sol. La elasticidad y resistencia de la piel se reducen, debido a los cambios en el tejido conectivo y suele suceder especialmente en zonas expuestas al sol, dando como resultado una apariencia correosa, debido a la continua exposición a la intemperie. La dermis posee capilares que se vuelven más frágiles y aparecen hematomas y sangrado bajo la piel, así como neoplasias de vasos sanguíneos entre otros. También las glándulas sebáceas, producen menos grasa, que en las mujeres se acusa en mayor medida, después de la menopausia, por lo que aparece sequedad, picazón y falta de humedad. Las glándulas sudoríparas producen menos sudor y es más difícil mantenerse fresco; también las neoplasias son frecuentes, como sucede con los papilomas cutáneos, verrugas y manchas, que son comunes en las personas mayores. La piel envejecida corre más riesgo de lesionarse ya que los vasos sanguíneos son más frágiles y se rompen fácilmente. La piel envejecida se repara a sí misma más lentamente que la piel más joven. Fuente Imagen: Claudio Olivares Medina/flickr Cambios en la piel al envejecer
23 diciembre 2011 | Por gema
Entre los signos visibles de envejecimiento, se encuentran los cambios en la piel, como la flacidez y las arrugas. La piel sirve de protección respecto al medio ambiente, controla la temperatura corporal y el equilibrio de líquidos, y contiene muchos receptores nerviosos, que permiten percibir sensaciones como el tacto, el dolor y la presión.
Los cambios en la piel se relacionan con factores ambientales, constitución genética y alimentación, pero uno de los más importantes es la exposición al sol; las personas de tez clara experimentan mayores signos de envejecimiento, que las de piel oscura. La capa más externa de la piel se adelgaza, mientras las más interiores permanecen sin cambios, con el envejecimiento; la piel envejecida aparece más fina y pálida, y van apareciendo manchas debidas a la edad y manchas hepáticas, en zonas expuestas al sol. La elasticidad y resistencia de la piel se reducen, debido a los cambios en el tejido conectivo y suele suceder especialmente en zonas expuestas al sol, dando como resultado una apariencia correosa, debido a la continua exposición a la intemperie. La dermis posee capilares que se vuelven más frágiles y aparecen hematomas y sangrado bajo la piel, así como neoplasias de vasos sanguíneos entre otros. También las glándulas sebáceas, producen menos grasa, que en las mujeres se acusa en mayor medida, después de la menopausia, por lo que aparece sequedad, picazón y falta de humedad. Las glándulas sudoríparas producen menos sudor y es más difícil mantenerse fresco; también las neoplasias son frecuentes, como sucede con los papilomas cutáneos, verrugas y manchas, que son comunes en las personas mayores. La piel envejecida corre más riesgo de lesionarse ya que los vasos sanguíneos son más frágiles y se rompen fácilmente. La piel envejecida se repara a sí misma más lentamente que la piel más joven. Fuente Imagen: Claudio Olivares Medina/flickr 
