

Las cremas son las más conocidas y son la forma de cuidado para la piel más popular; se realizan mezclando aceite con agua y poseen efecto humectante, pudiendo o no tener ingredientes activos, con efectos específicos de la piel, como pueden ser el ácido hialurónico, vitamina E, y Q10 entre otros y son las más adecuadas para pieles normales y secas.
En los últimos tiempos han ganado adeptos, los serums, que son de tipo líquido, con una base acuosa, lo que les hace muy ligeros y de fácil absorción y una forma concentrada de poner en la piel los ingredientes clave que la piel necesita, pudiendo ser aplicados uno sobre otro -no más de tres al mismo tiempo-sin efectos adversos y sin perder la eficacia de sus ingredientes y son adecuados para la mayoría de tipos de piel.
Los factores más importantes para determinar si debes elegir serum o crema son tu tipo de piel, el clima y el ambiente en el que vives.
Los productos de base cremosa son más apropiados para personas con piel seca, ya que carecen de humectación y son propensas a poseer la piel tirante y pelada, por lo cual estos productos de base cremosa ayudan a restaurar la humectación y la grasa natural de la piel, y se disminuirá la velocidad en la que la piel pierde la humectación.
Las personas con piel mixta y las que viven en ambientes húmedos o trabajan en lugares con aire acondicionado, pueden también usar productos de base cremosa durante los cambios de estación, para hidratar especialmente las áreas propensas a la sequedad y las grietas.
Las pieles grasas o aquellas que poseen tendencia al acné, poseen ciclos de renovación más lentos, por lo que utilizar productos de base cremosa con un alto contenido de grasa puede obstruir los poros, y llevar a padecer una mayor aparición de acné; por ello es más adecuado usar serums libres de grasa, de consistencia más ligera.
Fuente Imagen ThinkStock.